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Museo Diocesano

El Museo Diocesano de Albarracín se localiza en el antiguo Palacio Episcopal o Palacio del Obispo, junto a la Catedral de “El Salvador”. El conjunto episcopal -esto es, la Catedral y su Palacio Episcopal-, constituye el núcleo principal de la ciudad de Albarracín junto con el castillo o la alcazaba. Albarracín se instituyó desde el medioevo como sede diocesana independiente (año 1.172), lo que forjó su propia idiosincrasia ya desde la familia de los Azagra.

Tanto la Catedral como el Palacio del Obispo y su interesante Museo Diocesano resultan, a todas luces, imprescindibles para una intuitiva y correcta interpretación de los designios que marcaron el devenir de la ciudad de Albarracín en el s. XVIII; y todas estas atractivas propuestas forman parte del programa “Albarracín Espacios y Tesoros” de la Fundación Santa María.

El mencionado Palacio es sobrio en su conjunto, ya que esta diócesis fue de las más pequeñas, modestas y humildes de España, y ha sufrido ampliaciones y modificaciones a lo largo del tiempo. Con la última restauración del conjunto episcopal, y con un modelo de intervención absolutamente respetuosa, se ha adecuado un uso cultural y didáctico como ejemplo perceptible del modo de vida eclesiástica del siglo XVIII, por lo que recibió del premio de Europa Nostra en el año 1996.

En el área noble del edificio, las dependencias privadas del obispo o prelado -esto es la capilla, despacho y alcoba (números 8, 11 y 10, en el plano)-, además de algunas estancias comunes -como la cocina, horno y despensas (número 14)-, acogen el Museo Diocesano que ocupa la última planta del Palacio.

Subiendo la escalinata que se sitúa frente al mirador de la Catedral, se accede al claustro catedralicio donde existe una puerta por la que hoy se entra al Museo Diocesano (véase el plano de situación del Museo con una propuesta de itinerario para la visita). En la primera sala, denominada mayordomía o de administración diocesana (número 1 en el mencionado plano), se documenta la evolución histórica de la diócesis de Albarracín, explicada en diferentes paneles expositivos y testimoniada con piezas y pequeños tesoros como el afamado “pez de cristal de roca” del siglo XVI y posible procedencia veneciana, pieza emblemática y símbolo del museo y una de las más importantes de la colección.

A su vez, y ocupando también un lugar destacado en la mayordomía, se pueden observar también un “cáliz gótico” de plata sobredorada de mediados del s. XVI y, asimismo, una “Virgen del Pilar” en plata en su color sobredorada del s. XVIII -entre otras piezas-.

A continuación, se accede al vestíbulo de la planta (número 2 en el plano) con panales explicativos que ofrecen un panorama sucinto de la arquitectura religiosa de Albarracín y donde, a su vez, se puede apreciar una maqueta del conjunto episcopal. 

De nuevo en el pasillo, y accediendo a la antesala (número 3) y salón del trono (número 5), en una gran estancia rectangular se expone una extraordinaria colección de tapices flamencos del siglo XVI hechos en Bruselas que narran la historia de Gedeón. De los ocho paños que formaban la donación quedan siete y un fragmento del octavo, y expuestos pueden verse seis.

Siguiendo con el recorrido, y en el oratorio o estancia del fámulo (número 4 del plano), se exponen unas colecciones de las vestimentas y ornamentos que posee este Obispado en una estancia rectangular. La pieza más antigua es una “capa pluvial” de terciopelo carmesí de comienzos de s. XVII; siendo más modernas dos “casullas”. Las demás piezas corresponden a la indumentaria propia del obispo: una mitra, un par de guantes y un par de zapatos que, junto con las medias, vestían los prelados en los oficios solemnes.

En la antecapilla (número 6 del plano) encontramos algunas piezas de pintura gótica que, sumadas a las tablas góticas expuestas en la mayordomía, componen la colección de pintura medieval del Museo Diocesano.

En la biblioteca (número 7 del plano), continúa una destacada colección de orfebrería (cálices, cruces, custodias, elementos diferentes para la liturgia, etc.) de la que destacamos la “cruz procesional de Noguera”, de estilo gótico de finales del s. XIV, realizada en plancha de latón, dorada y con esmalte bizantino en los extremos. Asimismo, y de gran relevancia, cabe mencionar un “portapaz” del s. XVI atribuido al escultor y orfebre florentino Benvenuto Cellini; así como, una “custodia” o calvario del siglo XVII representado en un cuadro con marco de ébano y figuras en relieve de plata.

Seguidamente, accederemos por una doble puerta orlada con motivos arquitectónicos a la capilla privada del obispo (número 8). Se trata de una capilla barroca, con una decoración mural, con pinturas vegetales de sabor popular, recubriendo casi totalmente las paredes. El frontal lo ocupa un retablo recargado dorado y policromado del siglo XVIII, presidido por la Virgen del Rosario. La atmósfera barroca y la teatralidad del conjunto impresionan donde destacan, en particular, algunas pinturas con figuras clericales intrigantes que se asoman tras celosías y cortinajes y que, en definitiva, parecen custodiar el entorno.

Para ir concluyendo el recorrido, pasaremos por las habitaciones del servicio (número 9) donde se erigen obras pictóricas renacentistas y barrocas. Acto seguido, llegaremos a la alcoba del obispo (número 10) decorada con pinturas del barroco y neoclasicismo. En la estancia contigua tendremos el despacho episcopal (número 11) de ambiente clasicista y con una mesa que hace las funciones de escritorio del s. XVII y del s. XVIII la lámpara de plata que cuelga del techo y de hechura mejicana.

Saliendo del despacho por la puerta que lo comunica con el salón del trono y atravesando la antesala nos adentramos en un conjunto de dependencias que integran el comedor, vajillero y cocina, despensas y atrojes (número 12, 13 y 14, respectivamente). El comedor, presidido por una chimenea decimonónica, reúne una pequeña colección de esculturas del s. XVI al XVIII. En el vajillero, se exponen diferentes instrumentos musicales usados en la última y ya decadente etapa de la capilla musical de la Catedral (violín, violón, figle, bajón y fagot). Por último, la cocina adyacente conectada con la despensa, horno y almacenes de grano, serán los espacios reservados para las exposiciones temporales que diseñe la Fundación Santa María.

Finalmente, el recorrido concluirá en las inmediaciones del corredor de acceso a la Catedral donde arrancó inicialmente la visita al Museo Diocesano. Una visita que permite transitar por el pasado de Albarracín y su diócesis mediante la contemplación de las obras y piezas expuestas; pero, sobre todo, deambular por la planta noble del palacio del obispo evocando, de este modo, la forma de vida de quienes gobernaron uno de los obispados más humildes de España.

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