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Casa Museo Pérez y Toyuela

Conocer la Casa Museo Pérez y Toyuela, es el privilegio único, didáctico y pedagógico de visitar una de las moradas de la que fue una de las familias más importantes y del más rancio abolengo de la historia de Albarracín y de la Sierra de Albarracín en sus orígenes cristianos.

Por suerte y acierto de las familias que fueron habitando la casa, no se propició una reforma que desvirtuara su esencia de vida y, por ello, el “modus vivendi” se conserva íntegro y, del cual, hace que sea posible que dispongamos de la Casa Museo Pérez y Toyuela.

Además, cabe mencionar los orígenes de la familia y la importancia que tuvieron vinculados a Albarracín, la Sierra de Albarracín y el inmueble. La que fue propietaria de la casa y que da nombre como también, muestra el escudo heráldico de la familia en su portada. 

 

Origen de la familia y su llegada a Albarracín

Los Pérez Toyuela llegaron a Albarracín con las repoblaciones castellanas de los Señores de Lara. En 1273 recibió de Don Juan Núñez de Lara, la dehesa de Toyuela y asentaron un enclave muy destacado.

Algunos cargos que desempeñaron fueron constantes. De este modo, caben destacar los de Dean de Albarracín por parte de Gil Pérez de Toyuela (1389), alcalde de Albarracín por Don Juan Pérez de Toyuela (1395), canónigo de Albarracín en 1562 -entre muchos y variados ejemplos-. 

El escudo heráldico es de forma redondeada y cuartelado: 1º y 4º una cruz cantonada de cuatro estrellas de ocho puntas y, a su vez, 2º y 3º tres bandas, con una celada por timbre.

Este inmueble, fue adquirido en propiedad en el año 2010 por ANDADOR Visitas Guiadas con el objetivo de recuperarla para hacerla visitable como Casa Museo. Una gran iniciativa personal de abrir las puertas al público de la que fue morada de tan insigne familia.

La Casona consta de 3 plantas visitables. Una planta baja donde se conservan las caballerizas, un zaguán y una bodega. Aún se conservan pesebres, que fueron restaurados y recuperados; una curiosa pila excavada en piedra centenaria o una fuente donde se recogen aguas pluviales que se filtran a través de los lisos rocosos. Una poza fechada a mediados del siglo pasado, pero con presencia de aprovechamientos muy anteriores. Así como, enseres propios como un trillo, monturas de caballo, herraduras, aladros, toneles…

Accediendo a la planta superior, y antes de comenzar a subir las escaleras, nos encontramos numerosos fósiles marinos como ammonites y trilobites muy propios del pasado biológico y geológico de la zona. Fueron colocados por los anteriores propietarios adheridos a la pared.

Una escalera nos lleva a la parte superior con bellos y grandes óleos engalanando el acceso a la que fue la entreplanta o planta de servicio. 

En esta planta, consta de un habitáculo con utensilios y útiles para el aseo (bañera de zinc, sillón Don Pedro, bidet francés o palanganero), una sala de oficios con herramientas propias que eran de uso común (afilador de piedra de arena, gran fuelle de herrero, rueca, devanadora, desgranadora, criba, quesera…) y una alcoba de uso del servicio.

Mención especial a la curiosa bodega, con más 5 metros de longitud y excavada en roca viva. La presencia de piedra dañada por combustión, hace creer la presencia de una cocina primigenia de la vivienda. Lo curioso de esta planta, es la “celosía”. Una influencia árabe destinada a salvaguardar la intimidad del habitante. La misión era ver y no ser visto. Muy útil para ver a quien abrir o no las puertas de la morada.

En la tercera planta, y subiendo por la escalera principal decorada con óleos, tapices y reposteros (desde el XVII al XIX), llegamos a la planta noble y los lujos propios de las familias nobles de la época. Una planta con cocinas, salón principal y tres alcobas de gran atractivo e influencias tan diferentes como llamativas.

En esta planta admiraremos la diferencia de estatus que marcaban la familia. Su altura y metros útiles destacan sobre el resto. De igual modo, son innumerables los detalles que podríamos destacar: cocina y su rehalda con su escaño o cadiera, el salón con sus trincheros de bello tallaje, alcobas con sus vestimentas tradicionales… dignas de ser visitadas.

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