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Comercios en Albarracín

Gastronomía en Albarracín

Parque Cultural

Naturaleza y Arte Rupestre en perfecta armonía

Paisaje Protegido de

Los Pinares del Rodeno

Ubicado en la comarca de la Sierra de Albarracín y escasos minutos del Centro Histórico de la ciudad de Albarracín, se encuentra este inigualable espacio, caracterizado por la multitud de formas geológicas que alberga, además de por su relación entre geología, flora, fauna y actividades tradicionales del hombre.

Sin embargo, el hecho que realmente le otorga una singularidad a este paisaje es el del hallazgo de importantes murales de arte rupestre . Por este motivo, en 1995, la Diputación General de Aragón creó el Paisaje Protegido de los Pinares de Rodeno, un título otorgado por la importancia de sus valores naturales, pero también por la ubicación de varios espacios con pinturas de arte rupestre levantino.

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Por lo que respecta a su geología predominan las areniscas rojas. Se trata de unos materiales, que gracias a agentes atmosféricos, como la lluvia, el viento o los cambios de temperatura, los cuales han ejercido presión a lo largo del tiempo, han ido adquiriendo multitud de formas peculiares. Además, los cursos del agua encajonados entre dichas rocas han provocado la aparición de escarpes, hoces y callejones.

A menor escala, estos agentes atmosféricos también han esculpido formas caprichosas como los taffoni (huecos en la pared rocosa de forma semiesférica), alveolos (huecos en la roca de mayor tamaño), gnammas (depresiones de la superficie de la roca de forma circular) o anillos de Liesegan.

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En cuanto a la flora, la más característica de este medio es el pino rodeno. Es una especie arbórea con gran facilidad para crecer en terrenos con mucha roca, también se le conoce con el nombre de pino resinero. Junto a esta aparecen otras como el enebro común, la jara, el brezo o la lavándula, así como especies aromáticas como el tomillo o el romero.

En barrancos y zonas más húmedas se encuentran álamos, sauces, avellanos o acebos, mientras que en las zonas calizas el tan abundante pino rodeno da paso al pino negral y al silvestre.

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El Paisaje Protegido también es hábitat de multitud de especies de fauna. Entre los mamíferos destaca el jabalí, el corzo, el ciervo, el zorro, el gato montés o la liebre. Entre las aves, los pinares son refugio del cárabo, el gavilán, el águila calzada o el azor.

Los representantes de los reptiles son la lagartija colilarga, el lagarto ocelado, las culebras bastarda y de escalera, y entre los anfibios los sapos corredor, de espuelas o el sapillo moteado.

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A pesar de tratarse de una zona bastante inaccesible para el hombre, su presencia se remonta a tiempos prehistóricos como demuestran las numerosas manifestaciones de arte rupestre levantino, dispersadas en abrigos y cavidades, así como los restos de poblados celtíberos  y del medievo. La singularidad y la riqueza de las representaciones de arte rupestre le confirieron la declaración como Bien de Interés Cultural en 1985 y Parque Cultural de Albarracín en 1997.

Las pinturas rupestres de estos abrigos esta consideradas como arte levantino, ya que cuentan con características propias de este arte como son: la figura esquematizada, las escenas cotidianas de pobladores cazadores y recolectores, así como la gran presencia del rojo.

Fuente: Gran Enciclopedia Aragonesa

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Parque Cultural de Albarracín

Pinturas Rupestres

El descubrimiento de los abrigos con pinturas rupestres de los Toros del Navazo y de la Cocinilla del Obispo en  los alrededores de Albarracín, cuyo hallazgo fue dado a conocer por E. Marconell en 1892, no sólo supuso la primera noticia sobre la aparición de un panel pintado con arte levantino en la Península Ibérica ante todo resultó  el comienzo de un larg proceso de conocimiento,  documentación, protección y difusión de esta manifestación artística que en los albores del tercer milenio, ha convertido a la Sierra de Albarracín en uno de los núcleos de arte rupestre s singulares e importantes de nuestra Comunidad Autónoma, convirtiéndose en un referente clásico y obligado en todas las obras de carácter científico o de divulgación que se han publicado en los últimos cien años, ya sea dentro o fuera de Aragón.

A partir del primer trabajo científico sobre estos primeros abrigos con arte levantino, publicado por Juan Cabré y el Abate Breuil   en 1910, se sucederán de forma continuada los descubrimientos y posteriores estudios. Tras las obras de Cabré en 1915 y de Obermaier en 1916 en las que aparecen los abrigos de Albarracín, y dentro de un clima de fuerte polémica científica entre los estudiosos españoles y franceses, en torno al origen   y cronología del arte levantino, se produce el descubrimiento del núcleo rupestre de Tormón, publicado por Breuil y Obermaier en 1927. En 1949 Martín Almagro da a conocer el abrigo   de Doña Clotilde y previamente en 1947, Teógenes Ortego descubría el conjunto de Bezas. Pero es en la década de los años 60-70 cuando Martín Almagro descubre y estudia los abrigos del Camino  del Arrastradero y del Barranco del Pajarejo, yacimientos que pasan a engrosar el primer conjunto del arte rupestre de la Sierra de Albarracín, publicado por Fernando Piñón en 1982.

A partir de 1985 se incorporarán a la investigación en la zona una nueva generación de arqueólogos, como O. Collado, F. Gómez, M. A. Herrero, E. Nieto, J. Picazo, o J. I. Royo, multiplicando los descubrimientos de nuevos abrigos con pinturas rupestres en Tormón (Abrigos de la Paridera y  de las Cabras Blancas), en Albarracín (Abrigos del Toro  Negro y de Lázaro)   o en Frías de Albarracín (Cueva  de la Peña   de la Moratilla). Pero los hallazgos más sorprendentes y abundantes se han producido a partir de   1980,  con  más  de   una  treintena de  nuevos yacimientos con grabados rupestres al aire   libre repartidos por toda  la Sierra de Albarracín en lugares como La Masada de Ligros (Albarracín), Tramacastilla, Pozondón o Rodenas.

Todo este esfuerzo se ha visto  reconocido internacionalmente con la declaración en diciembre de 1998 del arte rupestre de la Sierra  de Albarracín como Patrimonio de la Humanidad, junto con el resto del Arco Mediterráneo de  la Península Ibérica. Entre los años 2000 y 2001, el Gobierno de Aragón, a través de su Departamento de Cultura y Turismo y del Parque Cultural.

Estilos y técnicas en las manifestaciones rupestres

Descartada por el momento la  existencia de manifestaciones artísticas ligadas al Arte Paleolítico, en la  Sierra de Albarracín se encuentran representados los dos estilos pictóricos prehistóricos más representativos de todo el Arco Mediterráneo: El Arte Levantino y el Arte Esquemático.

Junto a estas manifestaciones, a  veces ocupando el mismo territorio, pero en la  mayoría de las ocasiones con núcleos individualizados, encontramos una gran cantidad de conjuntos de grabados al aire libre, algunos de cronología prehistórica y protohistórica y la  mayoría de fechas históricas que en ocasiones han perdurado hasta los albores del siglo XX.

El Arte Levantino

El Arte Levantino es una manifestación básicamente pictórica que se desarrolla al aire libre, en covachos o abrigos situados en las principales serranías del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica, desde la estribaciones Sudbéticas hasta el Prepirineo oscense y  que en Aragón se reparte por las principales cadenas montañosas, aunque los hallazgos se concentran en el río Vero, cerca de la Sierra de Guara, en Huesca; en el Bajo Aragón zaragozano y turolense; en el curso medio del río Martín; en el alto Guadalope; en el Maestrazgo turolense y en la Sierra  de Albarracín. En dichos núcleos se han documentado hasta la fecha 63 estaciones con arte levantino.

Es un arte propio de grupos humanos con una actividad económica que se basa en la caza y la recolección y cuya cultura material se define como epipaleolítica, aunque también se constata   en otros de tradición epipaleolítica en proceso de neolitización. Son comunidades asociadas a una   economía depredadora y se concentran en las zonas más agrestes de nuestra geografía, donde se conserva un ecosistema en el que se practica la caza  de especies como la cabra montés, ciervo, jabalí, caballo o toro, así como la recolección de frutos, bayas silvestres o miel. El arte rupestre levantino se pinta en una variedad de colores minerales un tanto parca, con predominio del rojo y sus diferentes tonalidades, junto al negro,   blanco o amarillo. Las pinturas se realizan mediante tintas planas, contorneadas o listadas, aplicándose éstas mediante plumas de ave, instrumento que caracteriza la técnica de ejecución y el trazo de este tipo de arte.

El arte levantino de la Sierra de Albarracín, además de su soporte geológico, cuenta con algunos elementos que le diferencian de otros grupos. Uno  de ellos es el predominio de  ciervos, toros y caballos en las representaciones. El otro es el del gran tamaño de las mismas, en especial en el caso de los toros. El último elemento es el uso, casi exclusivo de este grupo, de la pintura blanca, hasta el punto de que en algunos abrigos es el color casi exclusivo (Toros del Navazo, Cabras Blancas).

El Arte Esquemático

La llegada y expansión de la cultura neolítica a tierras aragonesas en  torno al V milenio a. C. y la colonización y explotación de nuevos espacios, supuso la llegada a esta zona de gentes portadoras de una economía productora que domina la agricultura y una incipiente ganadería y  que traen consigo nuevas creencias, cuya manifestación artística queda plasmada  en el Arte Esquemático, el cual no sólo rebasa el Neolítico, sino que perdura en  determinados ambientes hasta en Bronce Final y la llegada de los Campos de Urnas. Frente al naturalismo del arte levantino, el esquemático es un nuevo estilo que se desarrolla como el primero en  abrigos, pero también al aire libre y tanto en pintura  como en grabado, aunque siempre utilizando en su iconografía  símbolos y abstracciones y reduciendo a los animales y seres humanos a  su mínima expresión conceptual. En este momento se representan círculos, cruciformes, espirales, serpentiformes, ramiformes, reticulados, puntos y barras, junto a zoomorfos y antropomorfos, motivos que manifiestan un lenguaje oculto  tras unos  códigos visuales que suponen la plasmación gráfica de un mundo espiritual y social mucho más complejo y elaborado que en épocas anteriores.

Se da la circunstancia que el único abrigo pintado sobre soporte calizo de la Sierra de Albarracín, lo está en estilo esquemático, en la Cueva de la Peña de la Moratilla de Frías  de Albarracín, donde también se encuentra la única escena ecuestre pintada. El número de estaciones pintadas esquemáticas es relativamente reducido, pero se  encuentran presentes en todos los conjuntos, destacando por sus representaciones el abrigo del Medio Caballo- Figuras Amarillas y el de Doña Clotilde en Albarracín, junto a la ya citada cueva de la Peña de la Moratilla.

Los grabados rupestres postpaleolíticos al aire libre

Hasta  fechas  recientes solo  se   conocían en  la Sierra  de  Albarracín algunos ejemplos aislados de grabados rupestres al aire libre. A las figuras grabadas de cérvido y équido del abrigo de la Fuente del Cabrerizo, de dudosa cronología y difícil adscripción al  estilo levantino, puede asignárseles una cronología pre o protohistórica, sin que los paralelos actualmente existentes permitan encuadrarlos con cierta seguridad en un contexto artístico o cronológico determinado.

Los grabados rupestres se realizan en abrigos, covachas o lajas rocosas   al aire libre, casi siempre en  superficies horizontales o ligeramente inclinadas y sólo en contados casos en las paredes verticales de los abrigos. El único soporte utilizado es el rodeno  y la técnica  mayoritaria la percusión o picado, ya sea mediante un instrumento lítico o metálico, generando motivos con surcos de perfil en U más o menos abierta. Los grabados rupestres de la Sierra de Albarracín pueden englobarse en dos grandes grupos:

a)  Grabados de  estilo  esquemático-abstracto y  cronología prehistórica o protohistórica.

b) Grabados de estilo esquemático y cronología histórica, entre los siglos X y XX. Entre los grabados prehistóricos o protohistóricos, destacan los motivos de cazoletas, aisladas o agrupadas, otras unidas con canalillos, los serpentiformes, circuliformes, corniformes, círculos    concéntricos, reticulados, zoomorfos    y  antropomorfos. Con estos  motivos  existen unos  cuantos  yacimientos, entre  los que  destacan Barranco Cardoso I en Pozondón, los círculos  grabados en el suelo del abrigo del Medio Caballo   en Albarracín y la Masada de Ligros también en Albarracín, auténtico santuario prehistórico que puede tener  su origen en el Neolítico Final o Eneolítico.

Cronología y contexto arqueológico del Arte Rupestre de la Sierra de Albarracín

Mucho se ha discutido entre los especialistas a lo largo del siglo XX sobre el origen, evolución y cronología del arte rupestre, en especial del Levantino. Tras desechar la cronología paleolítica del arte levantino, propuesta inicialmente por Henri Breuil a comienzos del siglo XX, se han manejado varias propuestas a lo largo de la segunda mitad del mismo y todavía hoy son objeto de enconadas polémicas en los círculos científicos. La aplicación metodológica de las relaciones entre  arte rupestre y cultura  material y el estudio sistemático del contexto arqueológico que suele encontrarse junto a determinados paneles pintados o grabados, junto al análisis de las superposiciones de diferentes estilos en un mismo panel (Levantino-Esquemático o viceversa), ha concretado esta discusión en dos hipótesis encontradas:

a) El Arte Levantino es de origen Neolítico y coetáneo al arte esquemático al que se superpone.

b) El Arte Levantino aparece en el Epipaleolítico, conviviendo con el arte es- quemático a partir de la llegada del Neolítico, tanto en el tiempo como en el mismo territorio.

Por lo que  se refiere  al arte esquemático,  su contextualización arqueológica, asociada a sus paralelos con la decoración cerámica del Neolítico  Antiguo Cardial, constatada en varios yacimientos de la Comunidad Valenciana, o bien relacionada con la  decoración parietal de un buen número de cantos rodados del Neolítico Antiguo de Chaves en Huesca, permiten adscribir el origen del arte esquemático al Neolítico Antiguo, con fechas que pueden situarse en torno al 5.000 a. C., lo que parece confirmarse en nuestro caso en el abrigo de Doña Clotilde, cuyo panel esquemático podría   asociarse a un nivel arqueológico localizado en el mismo abrigo y fechable en  ese momento. La pervivencia del arte esquemático durante todo el Neolítico y la Edad del Bronce, parece asegurarse con ejemplos como la Cueva de la Peña de la Moratilla en Frías de Albarracín, relacionada  con el poblado El Castillo del  Bronce Antiguo/Medio. Esta perduración pudo llegar en algunos contextos hasta bien entrado el Bronce Final y la llegada de los Campos de Urnas.

Por lo que se refiere a los grabados rupestres, contamos con contextos arqueo- lógicos bien definidos asociados a  algunos de los principales yacimientos de la comarca. Así, los grabados esquemáticos de La Masada de Ligros cuentan con va- rios yacimientos de la Edad del Bronce en su entorno inmediato, incluso algunos paneles aparecen cubiertos con sedimentos en los que han aparecido materiales de ese momento. Algo similar sucede en los conjuntos protohistóricos del Puntal del  Tío Garrillas II en Pozondón y Moricantada II, ambos situados junto a sendos poblados celtibéricos.

Significación y simbología del Arte Rupestre de la Sierra de Albarracín

Mas complicado que la datación de pinturas o grabados parietales, resulta acercarse al complejo mundo  de creencias, rituales o motivaciones que  llevaron  a los primitivos pobladores de la Sierra de Albarracín, a grabar o pintar sobre los paneles rocosos de rodeno motivos que en muchos casos no somos capaces de interpretar. A lo largo de los  últimos cien años los  investigadores han ido aportando teorías más o menos sugerentes respecto a la interpretación de dichas manifestaciones artísticas, sin que hasta la fecha ninguna haya logrado desbancar a otras anteriores o simplemente diferentes.

Desde pensar en los abrigos decorados como espacios sagrados, donde se  realizaban determinados rituales, hasta considerar los paneles como  representaciones narrativas de acontecimientos cotidianos, pasando por las teorías que consideran el arte levantino como una marca o delimitación territorial del pueblo de cazado- res-recolectores que lo  realiza como respuesta al rápido avance de los pueblos neolíticos y de su arte esquemático, todas las teorías parecen tener algún punto de acierto, incluso las más  recientes que asocian las representaciones antropomorfas esquemáticas a una plasmación gráfica de la estructura político/social de los gru- pos humanos neolíticos o calcolíticos.

Por lo que se refiere a las manifestaciones artísticas de la Sierra de Albarracín, queremos resaltar algunos puntos clave. Resulta innegable el carácter de santuarios de algunos conjuntos, como La Masada de Ligros, dado el lugar y la aglomeración de abrigos con grabados, así como el  intento de sacralización de determinados espacios naturales. Otros yacimientos parecen haber estado asociados al control de pasos o de territorios, e incluso otros tienen una explicación en el contexto de la cultura pastoril de la Sierra de Albarracín y del fenómeno de la  trashumancia, como sucede en algunos yacimientos de  grabados de  Ródenas o de  Tramacastilla, como la Peña del Jinete o Barranco del Conejar.

Fuente: Cartillas Turolenses


Mapa de Abrigos

Localización de las Pinturas Rupestres del Parque Cultural



Información complementaria

Desde que en 1892 E. Marconell diera a conocer los dos primeros abrigos con Arte Rupestre Levantino en la Península Ibérica, Prado de los Toricos del Navazo y la Cocinilla del Obispo, numerosos trabajos han ido surgiendo para el estudio de estas manifestaciones y su mundo cultural. Entre los investigadores que se han ocupado monográficamente o en obras de síntesis  podemos citar a : H. Breuil, H. Obermaier, J. Cabré, E. Hernández Pacheco, Camón Aznar, M. Almagro Basch, E. Ripoll, A. Beltrán, F. Piñón, J. Picazo. y O. Collado. Junto a ellos otros investigadores se han ocupado de los aspectos del paisaje, medio natural, formas de erosión, aprovechamientos forestales, masías, modos de vida, estructuras de la propiedad, …

Arte Rupestre y los otros elementos que configuran y han configurado el medio, forman un paisaje natural y antrópico apenas alterado  que mereció el reconocimiento de la Reunión de 1986 en Albarracín, dirigida por A. Beltrán, de la que surgió la propuesta de cración del Parque Cultural y su Centro de Estudios de Arte Rupestre.

En los últimos años, los trabajos de prospección, revisión, documentación y excavación, llevados a cabo  por O. Collado, M. Herrero y E. Nieto, han proporcionando extraordinarios resultados, localizándose nuevos paneles y numerososo hallazgos líticos por medio de la aplicación progresiva de los avances técnicos diseñados para otras ciencias, como por ejemplo la utilización de luz eléctrica de distinto espectro  y tamaño de fotones, con lo que se consigue excelentes resultados para la visualización de figuras blancas, que de otra forma son  imperceptibles para el ojo humano.

Frente a lo que podamos ver en otras comarcas con manifestaciones rupestres levantinas, la de Albarracín forma una unidad tan evidente y una excepción en su paisaje, temas y técnicas, estilo, pigmentación y tamaños, que hacen de estas manifestaciones artísticas punto de referencia obligado para el estudio de la  Historia Universal del Arte y el Hombre.

Si bien la legislación española, en materia cultural, no define lo que es un Parque Cultural o Parque Arqueológico, desde círculos científicos se está solicitando de las distintas administraciones, su creación y definición legal, como una de las mejores soluciones para la protección, conservación y difusión de los Bienes de Interés Cultural (B.I.C., antiguos Monumentos Nacionales), tanto individualmente como agrupados en conjuntos, pero siempre intregrados en el paisaje, que desde el punto de vista humano ha sido alterado, modificado y adaptado a las necesidades antrópicas de las distintas etapas históricas.

Mientras en España debemos partir del desarrollo de la Ley del Patrimonio Histórico Español de 1985, o de los Decretos o Leyes sectoriales autonómicas, que comiencen por definir los Parques Culturales, en diversos paises como Alemania, Italia, México, Australia, Estados Unidos, Lesotho, Tanzania…, estos Parques llevan ya numerosos años funcionando y en ocasiones con la cooperación internacional de la UNESCO. En nuestro País, con anterioridad a 1986, sólo se conocía el proyecto de la Valltorta de Castellón, hoy interrumpido a mitad de ejecución. Será en 1987 cuando en la reunión de Albarracín nazca la propuesta de creación en Aragón de los Parques Culturales del río Vero (Huesca) y el de Albarracín (Teruel). Otras iniciativas parecidas y relacionadas con el arte rupestre han surgido después en Calasparra-Cieza (Murcia) o con objetivos arqueológicos como el de Segóbriga (Cuenca), Tarraco (Tarragona), Ampurias…, potenciados éstas últimas iniciativas desde el Ministerio de Cultura, quien los denomina Parques Arqueológicos (Madrid 1989).

Debido a estas iniciativas de 1987, en Aragón por fin se aprobó la Ley 12/1997 de 3 de diciembre de Parques Culturales de Aragón y en concreto el Decreto 107/2001 de 22 de mayo, por el que se declara el Parque Cultural de Albarracín.

No necesariamente, como hemos visto, los Parques Culturales tienen como fin primordial el arte rupestre, si no que puede ser cualquier manifestación histórica o artística: yacimientos arqueológicos, grupos de contrucciones típicas, castillos… En el caso que nos ocupa, el Parque Cultural con Arte Rupestre, tiene por objeto, en primer lugar, proteger este arte de las agresiones antrópicas y naturales, conservarlo, documentarlo y difundirlo dentro de la racionalización de las visitas y en el contexto de su paisaje, naturaleza y vida tradicional. Es decir, el Parque Cultural se crea para permitir el uso y disfrute de un grupo de B.I.C. (abrigos con arte rupestre), dentro de un paisaje y entorno natural, compatibilizando este uso con la protección y conservación de las manifestaciones históricas y culturales, que deberán ser estudiadas y documentadas como garantía de su conservación, a la vez que se permite el desarrollo de la vida tradicional: pastoreo, resineo, caza, agricultura…, a cuyas manifestaciones también se amplia la protección, conservación y difusión (masías, útiles de labranza, de resineo, casetos,…).

No podemos pasar a explicar qué es un Parque Cultural con Arte Rupestre, como el de Albarracín, sin hacer una breve introducción en la que expliquemos el tipo de personas que lo pintaron, las características de este arte que algunos prehistoriadores denominan arte rupestre levantino.

Para D. Antonio Beltrán Martínez, el arte rupestre levantino o postpaleolítico, tiene su origen alrededor del 6.000 a.d.C., coincidiendo cronológicamente con la cultura epipaleolítica. Sus manifestaciones más antiguas de estilo naturalista (Fase II), las encontramos precisamente aquí, siendo sus mejores exponentes los toros blancos (color exclusivo de Albarracín), que hallamos en la Cocinilla del Obispo y Prado del Navazo. A la fase III de Beltrán correspondería el momento en el que aparecen representadas cabras en el abrigo del Medio Caballo, ciervos como los de la Olivanas, Tajadas de Bezas y Figuras Diversas, acompañadas de figuras humanas estilizadas y de aspecto estático como las del Navazo, Medio Caballo y Olivanas. A su fase IV, que él denomina Dinámica estilizada, ésta ya Neolítica, podríamos adscribir los ciervos-toros de las Olivanas, el arquero de los Callejones Cerrados, los équidos de los dos Caballos… En la fase V (Eneolítico 2.000-1.500 a.d.C.), denominada Estática, Seminaturalista, Semiesquemática, pertenecerían entre otros el abrigo de Lázaro, Tío Campano, 1ª fase de Doña Clotilde, el Pajarejo; para terminar en la fase VI o esquemática con la 2ª fase de Doña Clotilde, caracterizada por signos serpentiformes, ancoriformes…

Podemos hacer nuestras las palabras de H.G. Bandi, que al referirse a este arte levantino español dijo: «que era el legado más vivo que el hombre prehistórico ha transmitido a las sociedades modernas». Esto se debe a que este arte nos permite contrastar la economía cazadora y recolectora, que ya manifestaban sus útiles líticos. También nos habla de aspectos sociales como la danza del Pajarejo, el enfrentamiento del abrigo de Lázaro, de la caza y acoso de animales, de domesticación o contactos de otra índole entre hombres y animales. Otros han visto en este arte aspectos religiosos o espirituales, como pueden ser los Totem… Lo cierto es que frente a estas pinturas nos hallamos ante un libro abierto, el primer libro abierto de la prehistoria en el que participa abiertamente el hombre a través de su propia representación. De ahí la importancia de su protección y conservación y la necesidad de la comunidad científica de estudiarlo y divulgarlo.

Se diferencia del denominado Franco-Cantábrico, por regla general, por su cronología (35.000 a.d.C./frente al 6.000-2.500 del Levantino), cultura (paleolítica/postpaleolítica), localización en la península (N/S y E.), ubicación (cueva/abrigo y rara vez cueva), policromía (Si/No), representaciones humanas (excepciones/ abundantes), utilización de la técnica del grabado (abundante/pocos ejemplos). Diferencias apuntadas sólo a modo de introducción muy general, ya que en cada punto expuesto hay numerosas matizaciones, pero que al visitante que conozca por primera vez este arte, le ayudará a identificarlo.

Origen

Nace de las recomendaciones que diversos investigadores dirigidos por D. Antonio Beltrán Martínez, hicieron a la administración autonómica aragonesa, dentro de las conclusiones del «Coloquio sobre Protección, Conservación y Difusión del Arte Rupestre Aragonés», celebrado en Albarracín en abril de 1987.

Posteriores reuninones en Caspe 1988, Zaragoza 1989 y Zaragoza 1990, han confirmado la voluntad política de la D.G.A. de crearlo, lo que se materializó en 1990 con la contratación de la redacción del proyecto de investigación e inversión al arqueólogo D. Octavio Collado Villalba. Hecho que acaba con la redacción de la Ley 12/1997 de 3 de diciembre de Parques Culturales de Aragón y en concreto el Decreto 107/2001 de 22 de mayo, por el que se declara el Parque Cultural de Albarracín

Localización

Ocupa casi toda la afloración de rodeno del S.E. de la Sierra de Albarracín, siendo su eje central la carretera que une Albarracín, Bezas y Tormón. El Parque Cultural no sólo afecta a estos tres términos municipales ya que a última hora se intrujeron los municpios de Rodenas y Pozondón. En este parque se distinguen seis conjunto con arte rupestre: El Rodeno de Albarracín, Tajadas de Bezas, Olivanas, Ligros y Pajarejo de Albarracín, El Prado de Tormón, los grabados de Pozondón y los de Rodenas.

Accesos

Debido a la proximidad de este conjunto de arte rupestre a la Ciudad de Albarracín, podemos acceder andando o con vehículo, siendo la distancia máxima aproximada de 5 kms.

El acceso a pie lo realizaremos siguiendo la senda paralela al curso de agua del arroyo del Reguero, hasta la fuente del Cabrerizo, donde nace. Este camino parte al pie de donde encontramos el cartel de señalización general del Parque. Una vez en la fuente, una senda nos conduce a la carretera y un kilómetro más arriba hallaremos el centro de información y el panel general de señalización.

Para acceder con vehículo sólo es necesario seguir la señalización hasta el punto donde se nos indica la ubicación del aparcamiento; a 100 mts. hallaremos el centro de información. Debemos recordar que para los recorridos por dentro del conjunto está prohibido el uso de vehículos.

Paisaje

Si hemos optado por el acceso a pie, algo más de 1 hora y media, podremos conocer y disfrutar de forma directa de un paisaje húmedo y fresco, verde todo el año, así como de fuentes y las curiosas formas del rodeno, que no podremos apreciar desde el coche, el cual sólo nos permite observar las cejas de rodeno (¨viseras¨), los pinos que nacen en las grietas de los cortados y un paisaje gris y seco a nuestra derecha.

El paisaje que configura este Conjunto del Parque Cultural, posee singular belleza, debido principalmente al agradable contraste entre el rojo-rosa del rodeno (en ocasiones morado) y el verde de los pinos.

Con el nombre del rodeno se conoce en la Sierra de Albarracín la arenisca roja del Triásico Inferior (Buntsandstein), que se caracteriza por su contenido silíceo y el haber sido formado por sedimentación en un medio continental de fuerte aridez, presentando estratificaciones cruzadas, que forman una masa rocosa de gran espesor. Del paisaje geomorfológico destacaremos la inclinación de los estratos (10-12° al oeste) y los escarpes sobre el barranco del Cabrerizo, que corta estas formaciones. En el curso medio de este arroyo, en su margen izquierda, afloran las calizas y dolomías del Triásico Medio (Muschelkalk), de origen marino y tonos blanquecinos. Accediendo por la carretera, a unos 2 kms. de Albarracín, hallaremos un vertedero de escombros a nuestra izquierda, próximo a un conjunto de pajares, que recibe el nombre de «El Santo». Desde allí y acercándonos al escarpe, se observa una panorámica general de los materiales triásicos de la Sierra de Albarracín: las areniscas destacan por su colorido vinoso o azulón debido a los líquenes, en frente una fuerte fracturación y buzamiento al S.O. Son típicas sus morfologías en viseras, formas redondeadas, torres, tormos, bloques desnivelados y desplazados, sobre los bloques de erosión ha creado pilancones o gnammas (pequeñas ollas) y en el frente de los bloques taffonis (de aspecto de nido de abejas). A nuestros pies, en el lugar donde nos encontramos, las calizas del Muschelkalk, propias de un medio marino, de tonos blanquecinos y grises, destacando la erosión diferencial de los niveles margosos, proporcionando pequeñas crestas y abrigos. Al fondo y a la izquierda, así como a nuestra espalda, los materiales del triásico superior o Keuper, formado por margas y yesos versicolores (yeso de tono rosa con el que se construyó la Ciudad), que contienen abundantes jacintos de Compostela. Sobre el Keuper, las calizas y dolomías del Lías (Rethiense), que contactan con este mediante falla.

En el paseo por dentro del Parque podremos observar, con más detenimiento, las gnammas, los taffonis, los estrechos callejones o pasillos entre bloques de forma turricular, la estratificación cruzada, la erosión diferencial y la formación de abrigos basales, utilizados por el hombre prehistórico para soporte de sus pinturas.

En la vegetación propia de este paisaje silíceo predomina el pino rodeno o «pinus pinaster», utilizado para la producción de la resina hasta hace pocos años, caracterizándose por su mediana altura, piña grande y corteza gruesa y rugosa. El sotobosque que le acompaña es muy xerófilo: jara, aliaga, zarzamora, algunos «quercus» (encina arbustiva o carrasca), y en la zona de la humbría y humedales, como es el barranco del Reguero, chopos, álamos, frutales, mayor porcentaje de «quercus» y la presencia de algunos ejemplares de pino negral, de mayor altura, mejor porte, corteza más gris y fina y piña más pequeña.

Sobre las calizas, repoblaciones de pinos, sabina albar, enebros, en lo alto sabinas rastreras y sobre todo aliagas propias de suelos muy pobres y secos, que aprovechan para instalarse los bancales de cultivo abandonados, para crear pequeñas selvas impracticables, debido al descenso del pastoreo y al abandono de los campos.

Bajo este bosque de pinos se pueden encontrar rebollones (lactarius sanguifluus y Lactarius deliciosus), siendo un atractivo más del Parque, pero hay que observar que al buscarlos, debemos ser respetuosos con la capa de hojarrasca, importantísima para el autocontrol biológico de este bosque.

Rutas con Arte Rupestre

Para poder visitar el conjunto de arte rupestre del Rodeno del Parque Cultural de Albarracín, se ha procedido a la señalización con flechas de colores de sus distintas rutas, como podrá verse en el panel general próximo al centro de información; así, la ruta del Cabrerizo es de color naranja, la zona del Navazo de color rojo, la Cocinilla del Obispo de color azul, el Arrastradero verde y Doña Clotilde amarilla.

a) Fuente del Cabrerizo

400 metros antes de llegar al Centro de Información veremos los carteles indicadores en la carretera, señalizando el desvío a la izquierda, donde aparcaremos el coche. En frente de nosotros se abre un estrecho entre las rocas, donde comienza un largo tramo de escaleras que nos facilitan la bajada al fondo del barranco. Unos metros más abajo es aconsejable visitar un pequeño mirador que nos facilita comprender mejor la geomorfología y vegetación de este callejón que es el barranco del Cabrerizo o del Reguero. Fuertes escarpes, pinos, encinas y robles que nacen de las grietas de las paredes de las rocas, desafiando la gravedad, laderas pobladas de pinos, fondo de barranco un día cultivado, hoy abandonado, la vegetación húmeda de fondo: zarzales, encinas y robles degradados, prado… Todo ello es impresionante.

Una vez concluída la bajada, a nuestra izquierda la Fuente del Cabrerizo, agua saludable y fresca, que da origen al arroyo. Aguas abajo veremos los pinos resinados, la vegetación húmeda y el curioso modelado por erosión fluvial. Toda la pesca posible en este arroyo está prohibida y perseguida. La ruta que nos conduce hasta el abrigo está señalizada convenientemente hasta su puerta. En él podemos ver los dos únicos ejemplo de grabados naturalistas del Parque y los únicos ejemplos que conocemos de grabados exentos de pintura dentro del arte rupestre del levante español.

A la derecha un équido (caballo o asno), que fue identificado como un hemión (asno salvaje antecesor del actual), de más de 50 cms. de largo, realizado con trazo grueso profundo y ancho; obsérvese su larga cola, así como su estilizado cuello y cabeza. En el otro extremo del abrigo un pequeño ciervo realizado con suave incisión en V.

b) Zona del Navazo

Las flechas rojas nos conducirán a los abrigos de: Prado de los Toricos del Navazo (descubierto en 1892), Tío Campano y Lázaro. Para acceder a esta zona tomaremos el ancho camino que desde el panel de señalización general se dirige al N., hasta llegar a la boca de un barranquete de fuerte pendiente, donde otro cartel general nos indica la ruta a seguir, para cada uno de los tres abrigos.

El abrigo de «Los Toricos del Prado del Navazo», destaca por sus enormes toros blancos, que desde los extremos fijan su vista en el centro de la composición. El color blanco es casi exclusivo de esta zona y el naturalismo de estas figuras ha hecho sospechar a los prehistoriadores una gran antiguedad, que en ocasiones se ha llevado al Paleolítico. Obsérvese en el centro un arquero escondido aprovechando una grieta en la pared, la perfección del perfil de los grandes toros, sus cuernos, ocicos y pezuñas. El dibujo es perfecto. Una superposición en la zona central izquierda, nos descubre un toro negro naturalista y pequeño, relacionado con un arquero del mismo color, que le dispara flechas.

El abrigo del Tío Campano destaca por la presencia de dos cérvidos de cuerpo estilizado y cornamenta esquemática y en el centro un équido con las patas oblicuas, ofreciendo resistencia a una fuerza que le tira del hocico hacia delante. ¿Quizás una escena de domesticación?

El abrigo de Lázaro, uno de los últimos descubrimientos de la zona, presenta una escena de lucha entre un hombre (bien dibujado), que pudiera llevar una maza en su mano derecha y otro de factura tosca que le lanza flechas. Arriba un arquero en cuclillas apunta a un bóvido de patas flexionadas y en el extremo derecho, un antropomorfo filiforme. Destacaremos la escena de lucha para la que se eligió un taffoni (concavidad producida por erosión sobre una pared de roca arenisca), con la intención de enmarcar la escena.

c) Cocinilla del Obispo

Abrigo que se dió a conocer con un nombre equivocado: Callejón del Plou, nombre con el que nadie lo conoce en la localiad, volviendo por ello los investigadores a denominarlo Cocinilla del Obispo, para evitar confusiones.

Esta ruta de flechas azules, nos conduce sólo a este abrigo. Como en el de Los Toricos del Prado del Navazo, destacan aquí también los grandes toros blancos, en ocasiones repintados en rojo o negro, llegando a observarse hasta tres superposiciones, presentando un tamaño que en dos ocasiones supera el metro de largo. Destacaremos en el centro un toro rampante, que se eleva sobre las dos patas traseras, ejemplo único. El estilo, temática, así como la perfección en los detalles, ha hecho que se relacione siempre con el abrigo de Los Toricos del Prado del Navazo, e incluso, igualmente, retrasar su antiguedad.

Desde aquí podemos acceder, por una senda construída y señalizada recientemente, a la zona del Arrastradero o bien volver al centro de información y retomar desde allí las flechas verdes.

d) Zona del Arrastradero

Señalizada por flechas verdes, podemos acceder a ella bien desde el abrigo de la Cocinilla del Obispo o desde el Centro de Información.

En primer lugar hallamos el abrigo de las Figuras Diversas, que recibe este nombre, precisamente, de la variedad de las mismas. Un ciervo de perfecta ejecución naturalista, en rojo, un toro negro, figuras antropomorfas en rojo y negro, impidiéndonos esa variedad conocer el significado y carácter de esta representación.

Justo al lado el abrigo de El Ciervo, donde al menos se aprecia un ciervo entero, no sin dificultad, otro casi entero y varias figuras de deficiente conservación, todas en rojo. Este abrigo casi fue destruído por la explotación de la cantera de rodeno que se practicó encima y debajo de él.

Las flechas verdes nos conducen ahora a uno de los abrigos más bellos, raros, complejos, con mayor cantidad de figuras y de mayor dificultad para ser observado.

Nos referimos al abrigo de El Medio Caballo. Hasta su descubrimiento se pensaba que la presencia del caballo en el arte rupestre de la Sierra de Albarracín era insignificante. Con su publicación se presentaron varios ejemplares y ahora con la revisión efectuada son más de doce los caballos conocidos en este abrigo. También la rareza de este abrigo reside en soportar la gran mayoría de las figuras en su techo, siendo ello un hecho raro dentro del arte rupestre levantino. En el suelo hallamos círculos grabados por la técnica del repiqueteado y en el frente del abrigo encontramos figuras en cada una de las caras de los bloques de arenisca, lo que dificulta la comprensión del mensaje.

Desde fuera de las rejas de protección no podemos ver el conjunto que hay abajo a la izquierda, compuesto por un caballo y dos cuadrúpedos indeterminados descubiertos al revisar el calco. También nos resulta imposible observar el panel II, por hallarse las figuras en el techo, compuesto por cuatro équidos de distinto tamaño, que se dirigen a la derecha, siendo las figuras 7 y 9 de un perfecto estilo naturalista.

Desde fuera sí que podemos apreciar dos toros negros enfrentados en el panel III. Ambos pintados con mucho detalle (pezuñas, rabo, cuernos…), apreciándose en la figura 5 dos cabezas de toro. Esta superposición ¿o repintado?, sólo conservó en parte el cuerpo del primitivo toro, lo que nos obliga a plantearnos el motivo de este acto y su significado: rejuvenecer la idea representada, ocultar la imagen o concepto representado o simplemente la casualidad o la corrección. El panel IV reproduce la figura de un precioso caballo, que cuando se descubrió sólo se observó medio, de ahí el nombre del abrigo; pero como se podrá comprobar está entero, aunque muy mal conservados sus cuartos traseros, que apenas se aprecian.

El panel V es el techo del pequeño covacho que tenemos a nuestra izquierda, que sólo se puede observar desde dentro y tumbados en el suelo, por lo que se hace imprescindible para su observación la visita con el guarda. Con la reciente revisión de su calco hemos podido por fin completarlo, ya que hasta la fecha se presentaba fraccionado. La escena se compone de al menos tres arqueros que se dirigen hacia la derecha a la carrera y con los arcos en tensión, para disparar; junto a ellos, una posible mujer de faldas largas (figura 19). Un grupo formado por dos cabras y varios caballos se dirigen hacia ellos. Representando todo ello una típica escena de caza, dentro del más puro arte levantino. A la derecha y dentro de este panel una curiosa escena formada por seis caballos que centran la atención en un gran équido de gran vientre, bajo el que hay un potrillo ¿recien nacido?, ¿quizás estemos ante la representación del parto de una yegua?. Otra de vientre abultado se observa junto a ella ¿está preñada?.

La pared de este techo bajo nos presenta una composición de cérvidos muy deteriorados, parecen ciervas que se dirigen a una zona central: dos hacia la derecha, dos hacia la izquierda. Destacaremos la única que está entera representada en ¿actitud de beber o comer? por la posición de las patas y cuello.

Por último, en la continuación del techo, donde veíamos las escenas de caballos, encontramos unas figuras en color anaranjado, que les valió el nombre de «Figuras Amarillas», considerándolas hasta la actualidad como un abrigo independiente, al estar separado por el muro construído para proteger las pinturas del abrigo del Medio Caballo. Ahora, con la eliminación del muro, se ve claramente que forman parte del mismo abrigo, por lo que el nombre de abrigo de las «Figuras Amarillas» debe abandonarse para no llevar a confusión. Representa este panel VII a seis antropomorfos (figuras en forma de hombres), pintados de forma esquemática, una línea para el cuerpo, otra para los brazos y dos para las piernas.

Camino arriba llegamos al abrigo de los Dos Caballos. En el centro un tosco caballo de mediano tamaño, en el que se observa el repintado de la cabeza, pero en distinta posición: mientras la primera está levantada, la segunda mira hacia abajo, a su izquierda diversos trazos de colores claros, uno de ellos pudiera ser el lomo de un animal y otros dos parecen ser figuras esquemáticas mal conservadas. A los pies y a la derecha un tosco équido de color rojo oscuro, que parece estar relacionado con una figura humana, unida a él por un trazo que sale de su pecho.

Sobre este abrigo se ha localizado en un pequeño covacho un Toro Negro de muy buen estilo naturalista, tan perdido y mal conservado, que impide la observación por el visitante no especializado, por lo que no se recomienda su acceso, salvo que este tenga un especial interés, en cuyo caso deberá ponerse en contacto con el guarda o el CEARA.

Las flechas nos conducen por ultimo al abrigo de El Arquero de los Callejones Cerrados, presidido por la figura de un arquero tumbado en aptitud de disparar, que se ha tomado como logotipo y figura representativa del Parque Cultural y del CEARA. Obsérvese lo cuidado de sus pies, el tocado o gorro, la perfección en el dibujo de sus músculos y su miembro viril colgante. A la izquierda del todo un trazo de color con múltiples interpretaciones.

Al revisar este abrigo, se han localizado doce nuevas figuras en color blanco; su estado de conservación o el tipo de pigmento empleado, hace que estas figuras sean casi imperceptibles al ojo humano, salvo cuando se observan con luz artificial. Destacaremos de este grupo un gran toro con cuernos liriformes, un équido con una cabeza bien dibujada, dos figuras femeninas y un arquero similar al descrito en primer lugar, todas ellas pintadas en blanco. En las proximidades de este abrigo puede visitarse el jardín botánico de este Parque Cultural, hoy en construcción, dotado de plantas y árboles más representativos del ecosistema.

e) Zona de Doña Clotilde

De vuelta a la carretera asfaltada, sólo nos queda seguir las flechas amarillas para llegar a otro abrigo no menos importante y complejo que los vistos hasta ahora. el abrigo o Cueva de Doña Clotilde.

Preside el abrigo una escena, en la que se ha querido ver la domesticación de un caballo, en la que un arquero de rasgos toscos tira de un équido del mismo estilo, a través de un ramal u otro elemento que le nace al caballo del hocico. Debajo de ellos un grupo de arqueros en forma de «T», con un curioso tocado en forma de «montera», junto a ellos, una de las pocas representaciones vegetales del arte rupestre levantino, identificado por algunos como un pino, pero que puede ser cualquier arbusto o árbol, en el se aprecian, además, sus raíces.

Destacaremos por último diversas figuras pintadas en colores rojos claros o anaranjados, dentro del más puro estilo esquemático, que recuerdan áncoras, serpientes…; éstos dibujos no pueden considerarse arte rupestre levantino, respondiendo a otra concepción del mundo y a otro tipo de cultura y personas. Serán estas las representaciones más modernas del Parque Cultural, que suelen atribuírse a la cultura de la Edad del Bronce y en concreto a los prospectores metalúrgicos (gentes que desde la costa se internan en busca del cobre del interior peninsular hacia el 2000-1500 a.d.Cristo), hecho que queda demostrado en el Parque, por la presencia de una mina de cobre adscrita a la cultura campaniforme.

Modos de Vida

Un aspecto importante que no debemos olvidar dentro del Parque Cultural de Albarracín, es el estudio y difusión de los modos de vida que han permitido que el paisaje y el arte rupestre se hayan conservado hasta la actualidad, sin apenas variaciones y agresiones.

Desde la prehistoria, la caza y la recolección han sido prácticas habituales dentro de este Parque. Las innovaciones neolíticas traerían consigo el inicio de las prácticas agrícolas (Abrigo del Pajarejo), la domesticación (Cueva de Doña Clotilde y Abrigo del Tío Campano) y el pastoreo. En el cultivo predominarían las gramíneas (plantas con espiga de granos: avena, cebada, trigo…), en la recolección frutos de arbustos y bellotas; en la caza, cabra y ciervo y en el pastoreo los ovicápridos (nombre que reciben el tronco común de la oveja y la cabra). Estos datos extrapolados al Parque Cultural de Albarracín, se hallan confirmados en yacimientos arqueológicos próximos a la zona y épocas en estudio, que esperamos se confirmen con las excavaciones que estamos realizando. Es curioso señalar que los animales representados en los abrigos no concuerdan, en porcentaje y especies, con los hallados en las excavaciones de los abrigos, por lo que nos hace pensar que estas pinturas, lejos de ser una representación mimetista de la vida ordinaria, están cargadas de un simbolismo que los prehistoriadores todavía intentan descifrar.

El pastoreo ha sido la práctica económica más habitual en esta Sierra de Albarracín, hasta nuestros días. Esta práctica económica y la aspereza del clima de inviernos frios, ha obligado desde siempre al hombre serrano a la trashumancia. Quizás a ella se deban los contactos con el mundo del levante peninsular, para lo cual fue necesario crear un complejísimo sistema de caminos pecuarios, que quedarían confirmados y protegidos siglos más tarde con la Mesta, a la que la Comunidad de Albarracín perteneció.

Para las prácticas agrícolas se hace imprescindible la deforestación, lo que obliga a la utilización de un utillaje especializado, conocido ya desde la prehistoria (hachas pulimentadas), con el que se talarían los bosques. Restos de estas prácticas deben de ser los claros en el monte y los bancales que todavía se cultivan hoy. El aporte de sedimentos por los barrancos, la construcción de bancales y cerradas en el barranco del Cabrerizo, facilitarían la deposición de tierras de aluvión de gran calidad agrícola. En la zona alta, fuera del barranco, se pueden ver actualmente explotaciones de cereal, algunas abandonadas, que contrastan con el cultivo de regadío de la zona de la Rabita y Cabrerizo, donde la calidad de la tierra es mayor, así como es posible el riego mediante la utilización de balsas.

Los frutales y la pera en concreto, dieron fama internacional a este arroyo, ganando este fruto del Reguero, varios premios de calidad internacional. Hoy muchos perales han sido arrancados, convirtiendose en cultivo residual. Los huertos del Cabrerizo o Reguero, de imposible mecanización, han sido abandonados al pasto o se han convertido en plantaciones de chopos, cultivándose sólo los más próximos a Albarracín.

A principios de siglo XX y hasta la mitad de este, los trabajos de resinación del pino rodeno fueron un modo de vida habitual en esta zona, que necesitó abundante mano de obra, lo que debido a la necesidad de vivir en las proximidades del lugar del trabajo, permitió el surgimiento de una peculiar forma de vida y varios nucleos diseminados de población, siendo el más importante las Casillas de Bezas (barrio actual de Albarracín); casetas, chozas de resineros, árboles abiertos por el gancho, macetas para recoger la resina…, pueden verse todavía hoy.

La caza de la zorra, jabalí, conejo, perdices,.. y esporádicamente el ciervo y  corzo, es práctica habitual dentro de los cotos, para la cual debe ir uno previsto de las respectivas licencias y permisos.

Un modo de vida actual en costante auge, es la explotación de los recursos que genera el turismo, para lo cual se está construyendo un campig de alta calidad y esperemos la pronta creación de aulas de la naturaleza.

Construcciones de Interés

Casetas o refugios

Son  construciones habituales dentro del Barranco del Cabrerizo o Reguero, así como los abancalamientos de la Masada de la Rábita o Rabita. Presentan planta cuadrada o rectangular de 4 a 6 m2, sólo en raras ocaciones poseen planta baja y un piso elevado que se utiliza como pajar. Los tejados son a una vertiente, rara vez a dos, y el interior se ilumina por pequeñísimas ventanas y puerta.

Tienen muros de piedra o zócalo de piedra y pared de tapial y yeso del terreno con entramados de madera, el suelo de tierra y puerta de madera, elementos primarios que permiten una construcción elemental para un fin concreto.

Un mal uso de ellos, mostrado por la evolución socio-cultural actual, han convertido estos refugios en un intento de pequeñas  casas de campo, ejemplo que podemos ver en las proximidades de la Masía de la Rábita. Este mal ejemplo no podrá repetirse más, ya que las Normas Subsidiarias del Municipio de Albarracín protegen el Parque desde 1991 por medio de un Plan Especial que prohibe estas remodelaciones y cambios de uso.

Balsas

Como hemos indicado anteriormente, el Reguero o Cabrerizo, aun con su aporte mínimo de agua, permite el riego de los pequeños huertos nacidos de los aterrazamientos.

El poco caudal de agua del Reguero obligó al hombre a establecer un supuesto reglamento de riego, que exigía la puesta en común de los días y horas de toma de agua para el riego.

La imposibilidad de construir azudes obliga a tomar el sistema de balsas como el más indicado para el riego. Desde el curso de agua, con unas simples piedras, arcillas y tarrancleras (compuertas de madera), se desvía el caudal hacia unas pequeñas acequias o «regueros» que conducen el agua a balsas de muy diverso tipo. Las hay hechas de piedra y enlucidas de cal hasta los más simples hoyos, excavados en la tierra,  con una cabida proporcional al huerto que se desdea regar, de tal forma que un llenado sirva para un sólo riego. Una vez llenos estos depósitos, hecho que en ocasiones costaba más de una noche, se abre la compuerta inferior desde la que se conducirá el agua hasta el huerto.

Pajares y eras

Los pajares y eras del parque Cultural de Albarracín están al margen de las explotaciones de regadío, por lo que las observamos principalmente en las zonas calizas y en ocasiones en el rodeno, pero siempre relacionadas con amplias superficies de cultivo de secano.

En las proximidades al Conjunto de Albarracín podemos observar 3 grupos aislados: El Santo, Losilla Baja y Loma Alta. Estos grupos de pajares y eras no están en relación a ninguna vivienda próxima, ya que sus explotadores habitan en Albarracín y hacen el tratamiento previo en el campo, a diferencia de los masoveros que habitan donde cultivan y trabajan, como veremos.

Algunos pajares y eras veremos aislados, pero lo que llama la atención es su agrupamiento, siendo un buen ejemplo para visitar, aunque precisa urgente restauración, como el de la Losilla Baja, junto a la explanada donde está la señalización del abrigo de la Fuente del Cabrerizo.

Para su construcción se ha aprovechado un grupo de bloques de rodeno que les han servido de paredes; en ellos se excavan los apoyos de las vigas de los tejados y del segundo piso, incluso los pasillos entre bloques sirven en ocasiones para facilitar los cerrados  de animales o parideras. Es decir, una total y absoluta adaptación de las construcciones al medio.

Apriscos o parideras

Los arpiscos o parideras son habituales dentro del conjunto del Rodeno de Albarracín, los que testimonia la tradición ganadera de la zona. En ocasiones se presentan aisladas en medio del campo, orientadas a la solana y próximas a zonas de pasto.

Con planta rectangular para el corral de tapia de piedra hasta una altura de casi 2 m., rematadas por acumulación de zarzas secas y aliagas. Dentro del recinto y aprovechando las tres paredes se construye un cobertizo por medio de una viga madre, apoyada en un pilar central sobre el que descansan a una sola vertiente vigas de pino descortezadas, atadas con tablas y sobre ellas tejas con barro o techo de ramas. Lo normal es que los hallemos aprovechando los abrigos naturales o el gracioso urbanismo que conforman los pasillos entre bloques de rodeno. La utilización de los abrigos como apriscos ha supuesto en algunos casos la destrucción o el ahumado de las pinturas rupestres. Un ejemplo de abrigo con arte rupestre que ha sido aprovechado para aprisco es el de la Fuente del Cabrerizo, la Cerrada del Tío Jorge  o la Paridera de Enmedio; en otras ocasiones los encontramos próximos: abrigo del Tío Campano, contiguo a la paridera de Enmedio…

Aunque seamos reiterativos no está de más que en este último apartado hagamos un repaso de las prohibiciones, que por desgracia con el aumento del turismo, cada vez se cumplen menos.

Está prohibido todo aquello que el sentido común y la legislación vigente prohibe: tirar basura, papeles al suelo, tirar piedras a la señalizaciones, romper las señales, romper las rejas, escribir en la señalización…., aunque le parezca mentira al lector, estas son las más usuales y las sanciones administrativas o penales en su caso estarán de acuerdo a la gravedad y daños producidos.

Está prohibido circular con vehículo salvo por el camino asfaltado.

Sólo está permitido aparcar los vehículos en la zona del aparcamiento.

Está prohibido arrojar objetos a las pinturas rupestres.

Está prohibido mojar las pinturas rupestres con cualquier líquido, incluída el agua. Todos lavan, deterioran y producen la pérdida de este importante patrimonio. La destrucción del patrimonio histórico español está penada y perseguida como delito criminal.

Está prohibido recoger especies vegetales o talar árboles, salvo autorización expresa.

Está prohibido acampar, salvo en la zona reservada a tal fin.

Está prohibido cazar o pescar, salvo autorización expresa.

Fuente: Octavio Collado Villalba